Como es
habitual en Mauricio Macri, vetar leyes se ha vuelto por decirlo de alguna
manera su fetiche favorito. Ni si quiera leyes propuestas por sus Ministros
parecen estar a la altura del modelo de país que busca el ingeniero. Cabría
preguntarse si el mandamás de la Ciudad de Buenos Aires, busca el mismo país
que sus subordinados. Tanto el Diputado Jorge
Garayalde y el
Legislador Daniel Lipovetzky, deberán perder sus horas de trabajo destinadas
a sus respectivos proyectos.
Pero no es de extrañarse, a esta
altura del partido, un veto más un veto menos no cambian la forma de hacer
política del pope ciudadano. Desde 2008 Macri ha vetado parcialmente 30 leyes por
lo que se ha ganado el apodo de sus compinches kirchneristas de “Vetador Serial”.
Ahora bien, entendemos
que en la política hay distintos métodos para manifestarse y distintas maneras
de construir un prototipo de país. Es casi gracioso, por ponerle un término al
hecho, que Legisladores porteños hayan
presentado un proyecto de solidaridad para con el presidente de una empresa
multinacional como lo es Juan José Aranguren, Presidente de Shell Argentina. Totalmente
innecesario y poco eficaz para lo que se quiere demostrar cuando los números
hablan por sí solos para bien o para mal. Desde cuando una empresa privada
necesita que los gobiernos salgan a defender sus intereses. Y está más que
claro que esos intereses, que terminan siendo intereses comunes, son el modelo
de país en el que nos quiero sumergir Mauricio Macri.
Entender que el trabajo
en conjunto con privados es la dirección del mundo que vivimos es parte de
nuestra formación como sociedad del mundo. Creer que se puede vivir asilado es
una tontera grande. Pero de ahí a ser portavoces de las corporaciones…
Creo que no hay una
política clara, o por lo menos sin un trasfondo que no nos perjudiqué. Circo,
teatro, ficción no son la solución a la construcción de la pluralidad de
diálogos. A veces es preferible el silencio a engañar con demagogia inescrupulosa.
El gran problema reside en que no nos vendan gato por liebre. Ya lo dijo Jorge
Macri, “el Pro y el Kirchnerismo no están tan lejos como se cree”. Y así es.
Votos a cambio de puestos, proyectos inmobiliarios en común y silencios
perpetuos en momentos adecuados.
A veces figurar no
alcanza. El silencio muchas veces aporta más que acciones estúpidas.
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