domingo, 3 de marzo de 2013

No es para cualquiera


Saber manejar no es poca cosa. Aunque sea una acción cotidiana de cualquier persona común, sin habilidades extraordinarias, tener conocimiento al respecto puedo ser muy saludable. Si alguna urgencia surge, de inmediato me subo al auto. Como aquella vez en que Víctor vino al mundo. O como cuando en el cumpleaños de Roberto nos quedamos sin rolitos. Rápido y sin dudarlo marchamos a velocidades siderales antes de que cierre la estación local de doña Lola.
Es importante controlar la técnica de manejo. Pisar bien el embriague, con la fuerza exacta, un poco de amor, un poco de odio, pero con la viva certeza de estar seguro que al despegar el pie del mismo, debe acompañarlo con la suavidad del roce  de dos cuerpos. Teniendo en cuenta estos detalles y sin olvidar que el paso que sigue es en conjunto con la caricia del embriague, es necesario encontrar la técnica del acelerador. El pie baja con certeza y determinación, pero con el cuidado de no precipitarse en un descontrol de velocidad. Tiene que ser al mismo tiempo que el pie izquierdo vuelve hacía arriba sin preocupaciones. El secreto es encontrar un punto de encuentro entre el pie que sube y el pie que baja. A esta compleja situación hay que sumarle el intercambio de movimientos en la palanca mecánica. La coordinación entre los pies y la movilidad de la mano derecho debe ser exacta. Prestar atención al pasaje de cambios para que el auto no se nos revire, ni haga relinches en plena calle de barrio. Estos tres movimientos en simultáneo deber ser preciso y sin horrores.
Una vez comprendido estos pasos, viene el proceso de desaceleración. Es fundamental controlar el auto a la hora de manejar por avenidas y autopistas en horario pico. Este movimiento debe ser en simultáneo entre el pie derecho en subida olívica y con estilo para que el motor deje de quemar nafta y mantenga solo el deslizamiento de la carrocería. Pero atención no hay que desprevenirse ni un segundo ya que el mismo pie debe efectuar la tarea de un frenado firme que termine de detener el auto por completo reforzando la estrategia con la puesta en punto muerto de la mano derecha.
Por último, pero no por eso lo menos importante, es controlar los sentidos. La vista es un fundamental requisito a la hora de manejar. Tener la vista de un águila, sería lo conveniente. Es necesario prestar atención en todo momento a los autos que se acercan a velocidades altas, a los conductores que quieren pasarnos por arriba con presurosa e inútil causa. Controlar todo por la izquierda, por la derecha y por atrás no es algo fácil si se le suma la conjunción de movimientos técnicos explicados en párrafos anteriores.
Es verdad que maneja cualquiera en el mundo. Pero no es para cualquiera. 

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