miércoles, 20 de marzo de 2013

El brujo, el sueño y la soledad




Como explicar una mente brillante. Lo tenía todo, nada fue un imposible para él. Naum Zerk desde que tuvo conciencia supo que quería ser lo que fue. Se educó en una escuela pública ubicada en el barrio de Palermo. Por las tardes solía caminar por el escandaloso verde del jardín botánico, como lo hacen las pequeñas y monstruosas orugas buscando un lugar donde poder descansar cuando llegue la larga y maravillosa transformación a mariposa. Naum solía sentarse a leer sus libros bajo cualquier nogal de fantasía, miraba el cielo y reposaba sus ojos en las nubes siempre pomposas, tratando de descubrir en ellas alguna figura que le saqué una sonrisa. A veces veía dragones, perros, aviones, tenebrosas caras que miraban con despecho a la humanidad por el daño que los hombres impartieron a la tierra.
Naum siempre fue solitario pues la gente le provocaba asfixia. Las masas, el clamor popular, los bombos y los choripanes, no eran su fuerte, sin embargo con el afán de cumplir con su objetivo trataba de inmiscuirse entre los más devotos divulgadores de la algarabía popular. Casi siempre por conveniencia, por sentirse adentro de algo. Aunque Naum sabía que él sabía  que de prosas y de versos, que de rosas y de pompas, nadie sumaba tantos puntos como él.
 Lo conocían como "El Brujo", porque según cuentan los allegados y los chismes que vuelan en la atmósfera del barrio, pasaba las noches dedicándose a la química. Mezclaba y mezclaba, a veces Nitrógeno y a veces Plomo, y lo creían tan raro por su hermetismo y su soledad que hasta algunas personas  se aventuran a decir que nuestro antagónico protagonista quería concebir la formula de la alquimia. ¡Pura burlas, pamplinas, esoterismos vulgares! lo que  Naum  verdaderamente trataba de mezclar eran sus sueños, y por eso y solo por eso,  se mezclaba con las masas, para observar, tratar de entender el comportamiento humano, ver como se comportan los sujetos atados a la felicidad, a la compañía del desconocido. Naum no sabía como era la fórmula, pero intuía o sospechaba que probando y/o alternando las distintas variables algún día lo conseguiría.
Muchas veces El Brujo, pasó más de una noche en vela, acompañado por la fidelidad de las estrellas y la ardua compañía de la soledad, con quien se encontró hablando mas de una vez: -¿qué debo hacer? noche, día y atardeceres me dedico a pensarte, intentando luchar por eso que no todos luchan, tal vez por rencor, tal vez por miedo. Oh, soledad, en mis noches más tristes, más amargas y más desoladas tú eres mi única compañía y es por eso que eres mi único consuelo. No me resigno a perderte, a intentar siquiera verte alejarte a paso cansino por aquellas habitaciones de la casa. Temo, porque no conozco  lo que veo y a lo que no veo ni conozco le temo, ¿cuál es soledad, el camino para alejarme de ti, de mí?  Oh soledad que habitas entre las sábanas y que por las noches susurras a mi oídos aún resignados, que no habrá nadie en este mundo que te entienda mas que yo...Y sin embargo quiero alejarme de ti… irme lejos, no volver, cumplir mi sueño de familia, recaídas matrimoniales y demás penurias… pero te extraño y reincido en tu presencia tan marcada, tan sentida, tan cercana y abstracta, nadie entiende, solo tu soledad, solo tú....

Jorge D. Andreani

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